Lo primero que tenemos que hacer
antes de entrar en el como protegernos de las maldiciones y como pueden
afectarnos las mismas es saber que es una maldición. Y que mejor manera que
acudir a la Real academia de la lengua para conocer que nos dice al respecto. Según
la misma una maldición se define de la siguiente manera:
“Imprecación que se dirige
contra alguien o algo, manifestando enojo y aversión hacia él o hacia ello, y
muy particularmente deseo de que le venga algún daño.”
Dentro de esta definición
encontramos diferentes grados. Desde las
maldiciones provocadas por la envidia, el rencor u otras bajas
emociones que una persona dirige a otra (estas son las mas comunes y en la mayoría
de los casos son emitidas de forma no consciente). Como también aquellas otras cuya procedencia se
encuentra en los practicantes de magia
oscura y que acompañan estos deseos con una serie de rituales u oraciones malignas
que buscan potenciar el mal sobre la victima. Ya sea por deseo propio o como
sucede en ocasiones en este tipo de personajes por encargo.
Cuando por alguna razón una persona es afectada por una
maldición hemos de buscar primero antes que en el origen de la misma las
circunstancias que hacen posible que este ataque afecte de forma negativa a la
victima. Esto solo es posible cuando hay algo en la victima que lo permite.
Una persona cuya alma es pura y fuerte no puede ser afectada
por maldición alguna. Sin embargo los pensamientos pecaminosos y las acciones
dictadas por la envidia y por el odio abren la puerta a ser afectados por este
tipo de males. De la misma manera el hombre que se ve libre de miedos se haya
en las condiciones mas favorables para combatir dichos males. Esto se
ejemplifica claramente en aquel hombre que no tiene miedo a contraer una
enfermedad contagiosa, este tiene menos posibilidades de verse afectado por la
misma que otra persona que si lo tiene.
Esto se hace evidente para aquellas
personas poseen la facultad de la clarividencia y que pueden observar sobre el
cuerpo astral los efectos de este miedo.
Un caso especialmente peligroso es aquel en que una persona
guarda en su interior la semilla de la envidia, de los celos, el odio, la sensualidad descontrolada, etc. Esta
persona se encuentra en una situación muy delicada al poder ser estimuladas estas semillas desde el exterior y de esta manera pueden estas personas ser
inducidas en ciertos momentos a cometer actos que en un momento de calma jamás
cometerían y que pueden llevarlas a caer en situaciones dolorosas para ellas
mismas.
El verdadero gran peligro que corremos no es que podamos ser
perjudicados por alguna maldición sino nuestros malos pensamientos y deseos puedan
ser la causa de que alguien pueda salir perjudicado.
Este peligro real puede ser combatido procurando que ningún
pensamiento maligno , colérico, de envidia, o celos tenga cabida en nuestro
interior. El hombre puro y sincero no corre peligro de que ninguna mala
influencia se apodere de el. Ni el mago negro mas maligno y peligroso puede
causarle ningún mal.
En la sociedad en la que vivimos, estamos constantemente
influidos de manera negativa por diferentes estímulos, que nos llevan a caer de
forma fácil
en pensamientos y emociones negativas. Estas como hemos
comentado son el vehículo que nos hacen victimas y emisores de maldiciones. Por
lo que el tomar conciencia de ello y actuar en consecuencia puede elevarnos por
encima de estas circunstancias y hacernos inmunes a las mismas. Y al mismo
tiempo si hacemos esto estaremos encauzando nuestra vida por el camino correcto
dentro de nuestra evolución espiritual.
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