Existe un extraño ritual
entre los lamaístas del Tíbet que se realiza para extraer el alma del
cuerpo de los moribundos y para dirigirlos por el buen camino en el otro mundo
que vamos a narrar a continuación.
Cuenta la
exploradora francesa Alexandra David-Neel que en una ocasión paseando por
un bosque en el Tíbet, escuchó un extraño grito agudo que no le parecía
que proviniese de ningún animal. Al rato se repitió este sonido dos veces seguidas. Acercándose hacia la procedencia del sonido, divisó una cabaña donde
había dos monjes que parecía que estaban meditando. ¡¡Hik!! decía uno y
posteriormente lo repetía su compañero. Al rato uno de ellos se volvió con la
cara desencajada escupiendo sangre, y vio como se retiraba a la cabaña. Vio
entonces que tenia una larga pajilla que se mantenía erguida en su
cabeza momento en que Alexandra se escabulló sin ser vista.
Alexandra David-Neel |
Preguntándole a su interprete
que es lo que había visto. Este le comento que el ¡¡hik!! es una exclamación
ritual que el lama profiere junto al moribundo para facilitar la salida
del alma a través de la parte superior del cráneo. Este ¡¡hik!! hay que
decirlo con la entonación y la fuerza psíquica adecuada. Cuando realiza el
ritual ante un muerto añade un ¡¡fet!! tras el ¡¡hik!!. Este ‘fet’ nunca se
dice en las practicas como la que vio Alexandra pues provocaría la muerte del
practicante.
La combinación de
estos dos sonidos extrae el alma del cuerpo. La pronunciación del hik provoca
la apertura del cráneo y se utiliza la pajilla para comprobar que esta apertura
se a producido. En la practica que vio, el discípulo alcanzo el nivel
adecuado pues la paja se mantenía sobre su cabeza. En una sesión real la
apertura del cráneo permitiría introducir un dedo en la apertura del cráneo.
Con esta técnica
algunos lamas tienen la capacidad cuando son conscientes de que su muerte esta
próxima consiguen que su espíritu ascienda hacia el cráneo y al pronunciar
el ¡¡hik!! ¡¡fet!! con la entonación adecuada anticipan así su
defunción al momento que ellos consideran mas adecuado.
Los moribundos
laicos sin los conocimientos ni la practica adecuada para efectuar una salida
adecuada del alma del cuerpo han de ser guiados por un lama
en la hora de su muerte. El lama le va indicando las sucesivas etapas de
la muerte con sus sucesivas perdida de los sentidos, nariz, olfato, lengua,
tacto…
La mente a de
permanecer consciente ya que se trata de proyectar la salida del cuerpo por el
cráneo. Los lamaístas tibetanos piensan que si el espíritu sale
por otra parte del cuerpo el bienestar futuro del finado se vería
seriamente comprometida.
Justo en el
momento de la salida del cuerpo y comienzo del viaje por un segundo se tiene la intuición de la suprema realidad. Si es capaz de asentar ese instante en su
consciencia se liberara de la rueda de reencarnaciones, ha llegado al
nirvana. Por lo general este instante nos deslumbra y retrocedemos arrastrados
por los apegos, los placeres y los sentidos, en esa marcha atrás cuando volvemos a
encarnarnos.
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